Alicante, una ciudad con una rica historia, ha enfrentado momentos de gran adversidad a lo largo de los años. Uno de los episodios más oscuros de su pasado fue la epidemia de cólera que asoló la ciudad en 1854, un evento que no solo dejó una profunda huella en la población, sino que también reveló la valentía y el ingenio de sus líderes. En este contexto, la horchata de arroz emergió como un inesperado aliado en la lucha contra esta devastadora enfermedad.
**El cólera en Alicante: un verano de terror**
El verano de 1854 se convirtió en un periodo de pesadilla para los habitantes de Alicante. La llegada del cólera morbo, una enfermedad altamente contagiosa que se propagó rápidamente desde Asia a Europa, encontró a la ciudad desprevenida. En cuestión de semanas, más de 2.000 personas perdieron la vida en una población que apenas superaba los 30.000 habitantes. La enfermedad, que se transmitía a través de alimentos y agua contaminada, causaba síntomas devastadores como vómitos y diarreas, llevando a la muerte en cuestión de horas. El pánico se apoderó de la población, y muchos alicantinos huyeron a los pueblos cercanos, contribuyendo sin querer a la expansión del brote.
**Trinitario María González de Quijano: el héroe de Alicante**
En medio de esta crisis, apareció una figura que se destacó por su liderazgo y determinación: Trinitario María González de Quijano, quien fue nombrado gobernador civil de Alicante justo cuando la epidemia comenzaba a hacer estragos. Quijano no era un hombre común; su compromiso con la salud y el bienestar de sus conciudadanos lo llevó a adoptar medidas audaces y, en muchos casos, innovadoras. Una de sus decisiones más notables fue la producción masiva de horchata de arroz, una bebida que, en aquel entonces, no solo era refrescante, sino que también se consideraba nutritiva y capaz de ayudar a combatir la deshidratación provocada por el cólera.
Quijano ordenó que se fabricara horchata día y noche y que se distribuyera entre los enfermos. Esta bebida, que hoy asociamos con momentos de disfrute bajo el sol, se convirtió en un símbolo de esperanza y resistencia en medio de la tragedia. La horchata de arroz no solo ayudó a reponer los líquidos perdidos por los enfermos, sino que también se convirtió en un símbolo de la lucha de la ciudad contra la epidemia.
**Medidas de emergencia y liderazgo en tiempos de crisis**
La gestión de Quijano fue un ejemplo de liderazgo en tiempos de crisis. No solo se limitó a la producción de horchata; también implementó una serie de medidas para garantizar el acceso a alimentos y servicios básicos. Publicó un edicto que obligaba a las tiendas de alimentación a permanecer abiertas, asegurando que la población tuviera acceso a productos esenciales. Además, prohibió a los comerciantes inflar los precios, estableciendo sanciones severas para quienes no cumplieran con estas directrices. Estas acciones ayudaron a frenar el pánico y a asegurar el suministro de alimentos en un momento crítico.
Quijano también se preocupó por el bienestar espiritual de la comunidad. Escribió al obispo de la diócesis, solicitando el regreso de los sacerdotes que habían abandonado la ciudad, ya que consideraba que su presencia era vital para ofrecer consuelo a los enfermos y fortalecer el ánimo de la población. Su dedicación fue tal que incluso donó dinero de su propio bolsillo para ayudar a las familias más necesitadas a comprar alimentos.
Además, estableció guardias médicas en el ayuntamiento, asegurando que hubiera médicos disponibles durante la noche para atender a los enfermos. Quijano no se limitó a dar órdenes desde la distancia; visitaba personalmente a los enfermos, brindando apoyo en los momentos más críticos. Su compromiso con la salud y el bienestar de sus conciudadanos fue inquebrantable.
**El sacrificio de un líder**
A pesar de sus esfuerzos heroicos, la epidemia finalmente cobró un alto precio. Quijano contrajo el cólera y, lamentablemente, falleció el 15 de septiembre de 1854. Su muerte fue un duro golpe para la ciudad, que lo había visto como un salvador en sus momentos más oscuros. Sin embargo, su legado perdura. En honor a su sacrificio, Alicante erigió el Panteón de Quijano, un monumento que aún hoy recuerda su valentía y dedicación.
La historia de Trinitario María González de Quijano y su uso innovador de la horchata de arroz durante la epidemia de cólera es un testimonio de cómo, en tiempos de crisis, las soluciones más simples pueden marcar una diferencia significativa. La horchata, que hoy disfrutamos como una bebida refrescante, fue en su momento un elixir de esperanza que ayudó a salvar vidas y a restaurar la fe de una comunidad asolada por la tragedia. En cada sorbo de horchata se esconde la memoria de un gobernador que, con sacrificio y amor por su pueblo, hizo lo imposible para que la vida prevaleciera.