Las subculturas urbanas han sido un fenómeno fascinante a lo largo de las últimas décadas, pero su forma y expresión han cambiado drásticamente en el siglo XXI. Desde los punkis y los skins hasta los nuevos grupos como los ‘furries’ y los ‘cottagecores’, la evolución de estas identidades colectivas refleja no solo cambios en la moda y la música, sino también en la forma en que las nuevas generaciones se relacionan entre sí y con el mundo que les rodea.
La llegada de internet y las redes sociales ha sido un factor determinante en esta transformación. Las plataformas digitales han permitido que las identidades se construyan y se destruyan con una rapidez sin precedentes. En el pasado, las subculturas eran grupos bien definidos que se manifestaban en espacios físicos, como conciertos, festivales o simplemente en las calles. Hoy en día, la pertenencia a una subcultura puede ser efímera y, a menudo, se limita a la esfera digital.
### La Influencia de Internet en las Subculturas
La socióloga Andrea Ferrer, quien ha estudiado la evolución de las subculturas, señala que estamos presenciando el final de lo que tradicionalmente conocíamos como subcultura. En lugar de grupos sólidos y permanentes, ahora existen microidentidades que cambian según las tendencias del momento. «Hoy puedo salir vestida como una skin y mañana quiero ser otaku», explica Ferrer, reflejando cómo la identidad se ha vuelto más fluida y menos vinculada a un grupo específico.
Este cambio ha llevado a que las subculturas se conviertan en un menú del día, donde los jóvenes eligen qué aspecto de su identidad quieren expresar en un momento dado. La necesidad de pertenencia sigue existiendo, pero se manifiesta de manera diferente. Las redes sociales permiten que los jóvenes se conecten con otros que comparten sus intereses, pero a menudo en un contexto superficial y efímero. La estética se ha vuelto un elemento central, donde lo que importa es la imagen que se proyecta en plataformas como Instagram o TikTok.
El antropólogo José Mansilla también destaca cómo la democratización de la cultura a través de internet ha cambiado la dinámica de las subculturas. Antes, la música y la estética eran elementos que definían a un grupo, pero ahora, con el acceso a toda la música del mundo a través de plataformas de streaming, la singularidad de las subculturas se diluye. «El DJ ya no es el puto amo; ahora tienes toda la música a tu alcance», afirma Mansilla, subrayando cómo la experiencia colectiva ha sido reemplazada por una más individualista.
### La Pérdida de Espacios Físicos y la Nueva Identidad Digital
Uno de los aspectos más preocupantes de esta transformación es la disminución de los espacios físicos donde las subculturas podían expresarse. Antes, los jóvenes se reunían en parques, conciertos y otros lugares públicos, creando una cultura vibrante y visible. Hoy, gran parte de esa vida social se ha trasladado a la esfera digital. La interacción cara a cara ha sido reemplazada por interacciones virtuales, lo que ha cambiado la naturaleza de la pertenencia.
Los ‘furries’, por ejemplo, son un grupo que se caracteriza por disfrazarse de animales antropomorfos. Sin embargo, su expresión se limita a convenciones y encuentros específicos, en lugar de ser una parte integral de su vida diaria. Este fenómeno se observa en otras subculturas, como los ‘cottagecores’, que buscan una estética nostálgica de la vida rural, pero que también se manifiestan principalmente en línea.
La falta de espacios físicos ha llevado a que las subculturas se conviertan en movimientos más efímeros, donde la identidad se construye a través de likes y shares en redes sociales. La pertenencia se ha vuelto más superficial, y la búsqueda de autenticidad se ha visto comprometida por la necesidad de encajar en un mundo digital que valora la estética sobre la sustancia.
Ferrer también menciona que las grandes marcas han comenzado a apropiarse de las estéticas de las subculturas, convirtiendo lo que una vez fue un símbolo de rebeldía en un producto comercial. Esto ha llevado a una homogenización de las identidades, donde lo que antes era un signo de pertenencia a un grupo ahora puede ser simplemente una moda pasajera. La búsqueda de distinción se ha vuelto un ejercicio de narcisismo individualista, donde lo que importa es la imagen que se proyecta en las redes sociales.
A medida que las subculturas continúan evolucionando en este nuevo contexto digital, es fundamental reflexionar sobre lo que significa pertenecer a un grupo en la actualidad. La conexión humana y la autenticidad son más importantes que nunca, y aunque las plataformas digitales ofrecen nuevas formas de interacción, no pueden reemplazar la experiencia de la comunidad y la pertenencia que se vivía en las calles.