En el panorama político español, el partido Vox ha adoptado una postura cada vez más desafiante hacia la Iglesia Católica, lo que ha generado un debate intenso sobre su estrategia y su relación con un electorado que se identifica mayoritariamente como católico. Santiago Abascal, líder de Vox, ha manifestado su descontento con ciertos sectores de la jerarquía eclesiástica, lo que ha llevado a cuestionar la coherencia de su discurso en un contexto donde el catolicismo es un pilar fundamental para muchos de sus votantes.
La reciente arremetida de Abascal contra la Conferencia Episcopal, en respuesta a las críticas sobre la moción en Jumilla que busca vetar los ritos islámicos en espacios públicos, ha puesto de manifiesto una paradoja en la que Vox, un partido que se nutre de un electorado católico, se enfrenta abiertamente a la Iglesia. Este conflicto se enmarca en una estrategia más amplia que busca consolidar su posición como tercera fuerza política en España, aprovechando el descontento de ciertos sectores de la población con la política migratoria y la percepción de que la Iglesia se ha alineado con posturas más liberales.
### La Paradoja de la Fe y la Política
La relación de Vox con la religión es compleja. Aunque el 75% de sus votantes se identifican como católicos, Abascal ha criticado abiertamente a la Iglesia, acusándola de coquetear con el ‘wokismo’ y de ser cómplice de un sistema que, según él, no beneficia a los más desfavorecidos. Este discurso ha sorprendido a muchos, especialmente a aquellos que ven a Vox como un defensor de los valores tradicionales. La crítica a la jerarquía eclesiástica no es nueva, pero la intensidad de los ataques ha generado malestar entre los católicos que apoyan al partido.
Analistas como Borja Vivanco han señalado que la postura islamófoba de Vox no es representativa de todos sus votantes católicos, sugiriendo que muchos de ellos no comparten la visión radical que el partido ha adoptado en este ámbito. Esta disonancia plantea preguntas sobre la dirección futura de Vox y su capacidad para mantener el apoyo de un electorado que valora la tradición y la fe.
La estrategia de Vox parece estar diseñada para provocar un enfrentamiento con la Iglesia, lo que podría ser un intento de atraer a un electorado más radical y menos moderado. Guillermo Fernández Vázquez, profesor de Ciencia Política, argumenta que este ataque no es un arrebato emocional, sino una táctica calculada que busca ganar la «guerra cultural» en la que Vox se ha embarcado. La reciente elección de Robert Prevost como nuevo Papa, que representa un giro hacia la derecha, podría haber influido en esta decisión de confrontar a la Iglesia, ya que Vox podría ver en ello una oportunidad para fortalecer su narrativa.
### La Búsqueda de un Espacio Electoral
El contexto político actual en España, donde el Partido Popular (PP) y Vox compiten por el mismo electorado, añade otra capa de complejidad a la situación. Vox ha comenzado a posicionarse como la alternativa más radical, aprovechando la percepción de que el PP no ha cumplido con las expectativas de sus votantes católicos. Este vacío político ha permitido a Vox presentarse como el defensor de los valores cristianos, aunque su interpretación de estos valores a menudo se centra en una visión identitaria y tradicionalista.
La falta de un partido democristiano en España que represente adecuadamente los valores de la Iglesia ha dejado a muchos católicos en una situación de «orfandad» política. Esto ha llevado a algunos a votar por Vox, no porque estén de acuerdo con todas sus políticas, sino porque lo ven como el mal menor en un sistema donde no hay opciones claras que aboguen por la justicia social y los valores cristianos. Esta dinámica ha permitido a Vox jugar con ventaja, ya que puede capitalizar el descontento de los votantes católicos que se sienten desilusionados con las opciones tradicionales.
Abascal, a pesar de su historia personal de no ser particularmente religioso, ha encontrado en la religión una herramienta poderosa para movilizar a su base. Su reciente declaración de sentirse «dolido» por los ataques de la Iglesia a su partido refleja una estrategia que busca consolidar su imagen como un líder que defiende los valores cristianos, aunque su enfoque a menudo se aleje de los principios de justicia social que muchos católicos consideran fundamentales.
En este contexto, la batalla por el relato se convierte en un elemento clave para Vox. La polarización en torno a temas como la inmigración y la identidad cultural ha permitido al partido ganar terreno, pero también plantea riesgos al alienar a aquellos votantes católicos que no se sienten representados por su retórica. La tensión entre la fe y la política en el caso de Vox es un fenómeno que merece atención, ya que podría definir el futuro del partido y su relación con un electorado que, aunque mayoritariamente católico, no necesariamente comparte todas sus posturas.
