Irene Rodríguez, una niña de apenas seis años, ha estado desaparecida desde el 27 de mayo de 2023, cuando fue vista por última vez junto a su madre, María, al desembarcar de un ferry en Barcelona. Este caso ha captado la atención de la sociedad y ha generado un profundo dolor en su padre, Ángel Rodríguez, quien ha estado luchando incansablemente por la custodia de su hija desde que la madre decidió llevarse a Irene, justo después de que un juzgado le otorgara la custodia provisional.
La historia de Ángel es desgarradora. Desde que su pareja se llevó a Irene, ha pasado casi tres años sin poder estar con ella. «No sé cómo está. Las últimas fotos que tengo de Irene son de cuando medía poco más de un metro. Estará completamente cambiada… y me lo he perdido todo”, confiesa Ángel, quien siente que su hija ha sido privada de su entorno familiar y de la estabilidad que necesita para crecer.
La situación se complica aún más con la intervención de la justicia. En enero de 2024, un juzgado emitió una orden de busca y captura contra María, que sigue vigente. Sin embargo, la búsqueda ha sido difícil. La madre de Irene ha logrado ocultarse utilizando tecnología avanzada, como servidores de correo en Suiza y conexiones VPN, lo que ha dificultado su localización. A pesar de estos obstáculos, la Policía Nacional ha mantenido la esperanza de que Irene se encuentre en Suiza, donde se cree que está siendo ayudada por otra mujer con una situación similar.
### La Lucha de un Padre por la Custodia
La historia de Ángel no solo se centra en la desaparición de su hija, sino también en su lucha por la custodia. Tras la separación de su pareja en octubre de 2022, Ángel comenzó un proceso legal para obtener la custodia de Irene. Sin embargo, se encontró con denuncias de su ex pareja que lo acusaban de malos tratos psicológicos y acoso. Estas denuncias fueron archivadas, pero el daño ya estaba hecho. La fiscal de uno de los casos llegó a calificar las acusaciones como «torticeras», lo que indica que fueron utilizadas para perjudicar a Ángel en su lucha por la custodia.
A pesar de que el juzgado le otorgó la custodia provisional, María decidió llevarse a Irene, lo que ha dejado a Ángel en una situación de desesperación. «Llevo tres años esperando que el juzgado número 7 de Guadalajara fije una fecha para el juicio que determine quién tiene la custodia de mi hija», explica. La lentitud del sistema judicial ha sido un obstáculo significativo en su búsqueda, y Ángel teme que si su hija es localizada en el extranjero, la resolución judicial podría ser crucial para recuperarla.
La situación se ha vuelto aún más compleja con la inclusión de madre e hija en el fichero del Centro Nacional de Desaparecidos del Ministerio del Interior. La asociación SOS Desaparecidos ha difundido su imagen y datos, pero la última comunicación de María fue un correo electrónico en el que aseguraba que Irene estaba bien y pedía la retirada de los carteles de búsqueda. Este mensaje, enviado a través de un servidor seguro, ha dejado a las autoridades sin pistas concretas sobre su paradero.
### La Reacción de la Sociedad y el Papel de las Autoridades
El caso de Irene ha resonado en la sociedad, generando un amplio debate sobre la sustracción de menores y la eficacia de las autoridades en la resolución de estos casos. La comunidad ha mostrado su apoyo a Ángel, quien ha estado utilizando todas las herramientas a su disposición para encontrar a su hija. La Policía Nacional ha estado trabajando en el caso, pero la falta de información y la astucia de María para ocultarse han dificultado la investigación.
La situación también ha puesto de relieve la necesidad de una revisión del sistema judicial en casos de custodia y sustracción de menores. Muchos padres en situaciones similares a la de Ángel se sienten desamparados y luchan contra un sistema que parece lento y burocrático. La historia de Irene es un recordatorio de que detrás de cada caso de desaparición hay una familia que sufre y que necesita apoyo.
A medida que el tiempo pasa, la esperanza de Ángel de recuperar a su hija se enfrenta a la dura realidad de la desaparición. La lucha por la custodia de Irene no solo es un asunto legal, sino una batalla emocional que ha dejado una huella profunda en su vida. La comunidad sigue atenta, esperando que la justicia prevalezca y que Irene pueda regresar a casa con su padre, donde pertenece.
