Las pantallas táctiles y el streaming han transformado la forma en que consumimos entretenimiento, pero no siempre fue así. En el pasado, las grandes salas de cine eran el corazón de la vida social y cultural en muchas ciudades, y Alicante no fue la excepción. Durante las últimas décadas del siglo XX, la ciudad alicantina albergó una rica variedad de cines que no solo ofrecían películas, sino que también servían como espacios de encuentro y socialización. En este artículo, exploraremos la historia de los cines desaparecidos en Alicante, su impacto en la comunidad y los esfuerzos por preservar su legado.
La Era Dorada del Cine en Alicante
Durante el apogeo del cine, Alicante contaba con una veintena de salas que se extendían por el centro y los barrios de la ciudad. Este fenómeno no solo representaba una forma de entretenimiento, sino que también era un vehículo de cultura y socialización. El cine Ideal, que recientemente celebró su centenario, es un símbolo de esta época dorada. Muchos alicantinos recuerdan cómo las proyecciones cinematográficas les ofrecieron una ventana al mundo, permitiéndoles experimentar historias y culturas ajenas.
Mariano Sánchez Soler, un escritor local, recuerda con nostalgia sus visitas al antiguo cine Maracaibo, que ahora ha sido reemplazado por un supermercado. Este tipo de transformaciones han sido comunes en la ciudad, donde muchas salas emblemáticas han sido sustituidas por comercios y edificios residenciales. La desaparición de estos cines ha dejado un vacío en la vida cultural de Alicante, un hecho que no ha pasado desapercibido para sus habitantes.
Los cines de barrio, como el Rialto en la calle Sevilla o el Roxy en Benalúa, desempeñaron un papel crucial al acercar el cine a las comunidades locales. Estos espacios no solo ofrecían películas, sino que también fomentaban la socialización entre los vecinos. Paco Huesca, en su libro «Los cines de Alicante», destaca cómo estos cines de barrio ofrecían una alternativa accesible para aquellos que no podían desplazarse al centro de la ciudad.
El impacto de la desaparición de estos cines ha sido profundo. Alfredo Campello, miembro de la asociación Alicante Vivo, señala que el cierre de una sala de cine era como una explosión que afectaba a los bares y comercios cercanos, que dependían del flujo de público que atraía el cine. La pérdida de estos espacios ha contribuido a un cambio en la dinámica social de la ciudad, donde el entretenimiento se ha vuelto más individualista y menos comunitario.
La Transformación de los Espacios Culturales
A medida que la ciudad ha evolucionado, muchos de los antiguos cines han sido transformados en otros tipos de negocios. El cine Monumental, que una vez fue un punto de encuentro cultural, ahora alberga una clínica médica y un bazar. Esta tendencia de reconversión ha llevado a la pérdida de la arquitectura y la estética que caracterizaban a estos cines, que a menudo estaban inspirados en teatros y contaban con grandes aforos.
Rubén Bodewig, un arquitecto local, destaca que estos cines no solo eran lugares para ver películas, sino que también servían como salones de encuentro. La turistificación de la ciudad ha llevado a que muchos de estos espacios sean reemplazados por edificios residenciales y hoteles, lo que ha reducido aún más la oferta cultural en el centro de Alicante.
El cine Florida, por ejemplo, es un edificio que aún se mantiene en pie, pero sin ventanas y en un estado de abandono. Otros cines, como el Navas, han sido reconvertidos en restaurantes, mientras que el Carlos III y el Casablanca han desaparecido del paisaje urbano. La extinción de estos cines ha dejado un legado de nostalgia entre los alicantinos, que recuerdan con cariño las noches de cine y las experiencias compartidas.
Sin embargo, no todo está perdido. Existen iniciativas que buscan revivir el espíritu de socialización que caracterizaba a los cines de antaño. El Hort Comunitari de Carolines, por ejemplo, ha implementado un «cine de verano» que ha tenido una buena acogida entre los vecinos. Este tipo de actividades demuestra que el deseo de conexión y comunidad sigue vivo, a pesar de los cambios en la forma en que consumimos entretenimiento.
El Cine como Espacio de Debate y Cultura
El cine ha sido históricamente un espacio no solo para el entretenimiento, sino también para el debate y la reflexión. Carmen Sánchez Brufal, presidenta de Unir Alacant, recuerda cómo los cineclubs en los años setenta ofrecieron a la juventud una visión del mundo diferente, fomentando la discusión y el pensamiento crítico. Estas sesiones de cine, seguidas de tertulias, permitieron a los jóvenes explorar temas sociales y políticos de relevancia.
La importancia del cine como herramienta de educación y concienciación social es innegable. A medida que los cines tradicionales han desaparecido, ha surgido la necesidad de encontrar nuevas formas de fomentar el diálogo y la reflexión en la comunidad. La proyección de películas que abordan problemáticas locales y globales puede ser una forma efectiva de mantener viva la tradición de debate que una vez caracterizó a los cines de Alicante.
El único cine que permanece activo en la ciudad es el cine Aana, ubicado en la calle Médico Pascual Pérez. Este cine, a diferencia de las multisalas de los centros comerciales, sigue ofreciendo una experiencia cinematográfica única y personalizada. La supervivencia de este cine es un testimonio del amor por el cine que aún persiste entre los alicantinos.
La historia de los cines desaparecidos en Alicante es un recordatorio de la importancia de preservar la cultura y la comunidad. Aunque muchos de estos espacios han sido reemplazados por comercios y edificios residenciales, el legado que dejaron sigue vivo en la memoria de quienes disfrutaron de sus proyecciones. La búsqueda de nuevas formas de socialización y debate en la comunidad es esencial para mantener viva la esencia del cine como un espacio de encuentro y reflexión.
