La reciente reubicación de las terrazas de hostelería en el eje de Gadea-Soto-Marvá, en el corazón de Alicante, ha generado un debate significativo entre los trabajadores del sector y las autoridades municipales. Esta medida, que busca liberar las aceras para el paso de peatones, ha traído consigo una serie de desafíos que afectan tanto a los empleados como a los clientes de los establecimientos. En este artículo, exploraremos las implicaciones de este cambio y cómo ha alterado la dinámica de la hostelería en la zona.
**Desafíos de la Nueva Configuración**
José, un camarero que trabaja en uno de los locales afectados, comparte su experiencia diaria cruzando un paso de peatones más de cien veces al día. Con una bandeja en mano, se enfrenta a la complejidad de atender a los clientes que se sientan en la terraza, ahora situada al otro lado de la calle. «Es complicado, porque desde dentro del local no se ven bien las mesas, hay que estar muy pendiente», explica. Este cambio ha hecho que la atención al cliente sea más difícil y ha aumentado el riesgo de que algunos clientes se marchen sin pagar, un problema que ya existía, pero que ahora se ha intensificado.
La modificación del permiso para las terrazas ha llevado a que algunos establecimientos, como una conocida franquicia de Federico Soto, se vean obligados a reubicar sus mesas y sillas. Yassine, el encargado del local, señala que aunque ahora tienen permiso para colocar sombrillas, la situación no compensa el esfuerzo adicional que implica. Los trabajadores han expresado su preocupación por la seguridad, ya que deben cruzar una calzada transitada por autobuses y un carril bici, lo que aumenta el riesgo de accidentes.
Además, la reubicación ha afectado la rapidez del servicio. «A veces tienes que esperar con la bandeja parado en el semáforo, lo que no es muy cómodo», comenta uno de los camareros. Esta situación ha llevado a que algunos clientes se sientan incómodos y prefieran no quedarse a comer, especialmente en un entorno donde los niños corren y juegan. La experiencia del cliente se ha visto comprometida, y los trabajadores sienten que su capacidad para ofrecer un buen servicio se ha visto limitada.
**La Perspectiva de los Propietarios**
Nube, la propietaria de un bar en el mismo eje, también ha expresado su frustración. Antes, su terraza estaba pegada al local, lo que les permitía preparar las comandas por la ventana. Ahora, cada vez que quieren servir a una mesa, deben superar escalones y cruzar la calle, lo que representa un esfuerzo adicional. «Desde el cambio, hemos notado una disminución en la clientela y montar la terraza se ha convertido en un desafío logístico», afirma Nube. Para ella, el objetivo no es obtener beneficios adicionales, sino simplemente recuperar lo que ya tenían antes de la reubicación.
En la acera opuesta, algunos bares aún logran mantener sus terrazas, pero están preocupados por su futuro. Dana, empleada de otro establecimiento, menciona que ha escuchado de otros negocios que no pudieron hacer nada para evitar la reubicación de sus terrazas. La percepción general entre los afectados es que, aunque las aceras se ampliaron el año pasado, el verdadero problema radica en la ocupación de las mismas por vehículos, no en la presencia de las terrazas.
Los trabajadores y propietarios coinciden en que sería más beneficioso para todos si las terrazas pudieran estar en la acera, donde el espacio es suficiente para acomodar tanto a los clientes como a los peatones. Argumentan que esto facilitaría el trabajo de los empleados, mejoraría la experiencia del cliente y permitiría un flujo más seguro en el área.
**Reflexiones sobre el Futuro de la Hostelería**
La reubicación de las terrazas en Alicante ha puesto de manifiesto la necesidad de un equilibrio entre la movilidad urbana y el apoyo a los negocios locales. A medida que la ciudad busca modernizarse y adaptarse a las necesidades de los peatones, es crucial que se escuchen las voces de quienes trabajan en la hostelería. La experiencia de los camareros y propietarios es fundamental para encontrar soluciones que beneficien a todos los involucrados.
La situación actual plantea preguntas sobre cómo se pueden implementar cambios que no solo mejoren la movilidad, sino que también apoyen la economía local. La colaboración entre el Ayuntamiento y los empresarios de la hostelería será clave para encontrar un camino que permita a las terrazas coexistir de manera segura y efectiva en el entorno urbano de Alicante. La búsqueda de un modelo que funcione para todos es un desafío que requerirá diálogo y creatividad, pero que, sin duda, es esencial para el futuro de la hostelería en la ciudad.
