En la explanada del puerto de Alicante, un espacio que debería ser un remanso de paz y disfrute para los peatones, se ha convertido en un laberinto de negocios y actividades que dificultan el tránsito y la experiencia de los visitantes. Este fenómeno ha suscitado un intenso debate sobre el uso del espacio público y la planificación urbana en la ciudad. La construcción de la Oficina de Turismo fue uno de los primeros pasos en esta transformación, generando controversia desde su inicio debido a su ubicación estratégica, entre el casino y la Puerta del Mar. La oposición, liderada por el Partido Popular, propuso en su momento trasladar la oficina a otro lugar, pero la idea fue desestimada por el alto coste que implicaría. Así, la oficina se ha mantenido en su sitio original, un espacio que antes albergaba un tiovivo y que ahora está saturado de actividades comerciales.
La proliferación de negocios en la zona ha cambiado radicalmente el ambiente de la explanada. Uno de los primeros en establecerse fue el quiosco «Samoa», que se suma a otros locales como el Béton Brut. Este tipo de iniciativas han transformado el área en un punto de encuentro para turistas y locales, pero también han suscitado críticas por la pérdida de un espacio peatonal abierto. Este verano, el mercadillo estival «Port d’Alacant Market» ha añadido más puestos de venta, ofreciendo productos que van desde bisutería hasta ropa veraniega. A diferencia de la Explanada de España, donde se busca recuperar el paseo peatonal, en el puerto se ha optado por una saturación comercial que ha limitado el espacio disponible para los peatones.
La situación se complica aún más con la llegada de casetas publicitarias, como la que promueve una conocida marca de tabaco calentado, que se ha instalado justo al lado de la Oficina de Turismo. Este tipo de iniciativas comerciales han generado un debate sobre la idoneidad de permitir este tipo de negocios en un área que debería ser un espacio de esparcimiento. Además, la presencia de tuktuks, vehículos turísticos que han proliferado en los últimos meses, ha llevado al Ayuntamiento a considerar la creación de una unidad de la Policía Local para regular su actividad. Estos vehículos, que han encontrado en la explanada su base de operaciones, han sido objeto de quejas por parte de los taxistas, quienes argumentan que su presencia afecta negativamente a su sector.
La saturación del espacio peatonal en el puerto de Alicante plantea preguntas sobre el futuro de la planificación urbana en la ciudad. La idea de un espacio abierto y accesible para todos parece estar en peligro a medida que más negocios se instalan en la zona. La falta de regulación y control sobre las actividades comerciales ha llevado a una situación en la que el espacio público se ha convertido en un área de conflicto entre diferentes intereses. La necesidad de encontrar un equilibrio entre el desarrollo comercial y la preservación de espacios para el disfrute de los ciudadanos es más urgente que nunca.
A medida que la ciudad de Alicante sigue evolucionando, es fundamental que las autoridades locales consideren el impacto de sus decisiones en el uso del espacio público. La creación de un entorno que favorezca tanto a los negocios como a los peatones es un desafío que requiere una planificación cuidadosa y una visión a largo plazo. La experiencia de los ciudadanos y visitantes en la explanada del puerto debe ser una prioridad, y es esencial que se tomen medidas para garantizar que este espacio siga siendo un lugar de encuentro y disfrute, en lugar de convertirse en un laberinto comercial que limite la movilidad y la experiencia de quienes lo visitan.