En la Comunitat Valenciana, la presencia de vehículos con una antigüedad de entre 15 y 25 años ha alcanzado cifras alarmantes, superando el millón de unidades. Este fenómeno, que se ha intensificado en la última década, se debe a una combinación de factores económicos y sociales que han afectado la capacidad de renovación del parque automovilístico en la región. A medida que la crisis económica de 2008 dejó huellas profundas en la economía de los hogares, la situación se ha visto agravada por la pandemia de COVID-19, que también ha impactado en la capacidad de gasto de los ciudadanos.
La evolución de la antigüedad de los vehículos en la Comunitat Valenciana es notable. Según los datos del Institut Valencià d’Estadística (IVE), el número de turismos con más de 15 años ha pasado de 410.882 en 2014 a 960.211 a finales de 2024. Esto significa que, si hace una década solo el 19% de los vehículos matriculados en la región eran considerados ‘viejos’, ahora esa cifra se aproxima al 40%. En contraste, el porcentaje de coches con menos de cuatro años se ha mantenido estancado en un 13%. Raúl Morales, director de Comunicación de la patronal de concesionarios, Faconauto, señala que esta tendencia refleja la falta de matriculaciones y renovación del parque automovilístico desde 2013, cuando la crisis económica comenzó a afectar la capacidad de compra de los ciudadanos.
La situación se complica aún más en municipios con menores ingresos, como Camporrobles y Venta del Moro, donde más del 56% de los vehículos son considerados ‘viejos’. Esto demuestra cómo la renta disponible influye directamente en la decisión de los ciudadanos de renovar sus vehículos. La falta de recursos económicos ha llevado a muchos a optar por mantener sus coches antiguos, lo que a su vez ha incrementado la carga de trabajo en los talleres de reparación.
Uno de los factores más significativos detrás de esta falta de renovación es el aumento de los precios de los coches nuevos. Desde 2019, los valencianos han tenido que pagar, de media, hasta 5.200 euros más por la compra de un vehículo, según la Agencia Tributaria. Este incremento de precios ha ido de la mano de la mejora de tecnologías en los coches, así como de la necesidad de cumplir con normativas de descarbonización y seguridad. Además, la pandemia trajo consigo problemas de aprovisionamiento de vehículos y materias primas, lo que también contribuyó a la escalada de precios.
La consecuencia de esta situación es que los talleres de reparación han visto un aumento significativo en su carga de trabajo. María José Lladró, secretaria técnica de la Asociación de Talleres de Reparación de Vehículos de la Provincia de Valencia (Fevauto), menciona que la demanda de reparaciones ha duplicado en los últimos años. A medida que los vehículos envejecen, las reparaciones suelen requerir más tiempo y esfuerzo, y encontrar piezas de repuesto se ha vuelto más complicado. Esto ha llevado a que los talleres tengan que gestionar citas con mayor antelación, algo que no era común antes de esta crisis de antigüedad vehicular.
A pesar de la situación actual, hay indicios de que la renovación del parque automovilístico podría mejorar en el corto plazo. La reciente catástrofe de la dana ha llevado a la implementación de planes como el Reinicia Auto+, que incentiva la compra de vehículos nuevos con ayudas de hasta 10.000 euros. Morales considera que estas iniciativas podrían frenar el aumento de la edad media del parque y, potencialmente, reducirla. De hecho, los datos preliminares indican que el porcentaje de coches de entre 15 y 25 años ha disminuido ligeramente en comparación con el año anterior.
Sin embargo, esta mejora también plantea desafíos para los talleres de reparación. La disminución de vehículos antiguos podría significar una reducción en la carga de trabajo para estos negocios, aunque Lladró sugiere que las reparaciones relacionadas con los daños causados por la dana podrían compensar esta pérdida. En resumen, la situación del parque automovilístico en la Comunitat Valenciana es un reflejo de las dificultades económicas que enfrentan muchos ciudadanos, y la respuesta del mercado y las políticas públicas será crucial para determinar el futuro de la movilidad en la región.
