El cáncer de tiroides es una de las neoplasias más comunes en España, con un diagnóstico anual que oscila entre 4,000 y 5,000 casos. Este tipo de cáncer afecta principalmente a mujeres de mediana edad, con una edad media de diagnóstico que se sitúa entre los 40 y 60 años. Según datos recientes, el 79% de los pacientes diagnosticados son mujeres, lo que indica una clara predisposición de género. El doctor Javier Santamaría, miembro de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición, señala que la prevalencia en mujeres es de tres a cuatro veces mayor que en hombres. A pesar de su frecuencia, el cáncer de tiroides se caracteriza por un crecimiento lento y un pronóstico favorable, con una tasa de supervivencia a cinco años del 96.9%. Para los casos localizados, esta cifra asciende al 99.7%, mientras que para los estadios más avanzados, la supervivencia se reduce al 57.8%. La mayoría de los cánceres de tiroides pueden ser tratados con éxito mediante cirugía y otros tratamientos específicos.
**Síntomas y Detección Temprana**
El cáncer de tiroides es conocido como un «cáncer silencioso» debido a que muchos de los casos no presentan síntomas evidentes. El síntoma más común es la aparición de un bulto o nódulo en el cuello. Sin embargo, existen otros síntomas que pueden alertar a los pacientes, tales como:
– Dolor en el cuello, mandíbula o oído.
– Ronquera o cambios en la voz.
– Tos persistente.
– Dificultad para respirar o sensación de opresión en la garganta.
– Dificultad para tragar.
Es importante destacar que la presencia de un nódulo no implica necesariamente que sea cancerígeno. De hecho, solo un 5% de los nódulos en el cuello resultan ser malignos. Por ello, es fundamental consultar a un especialista en endocrinología, quien realizará un examen físico y recabará información a través de la historia clínica del paciente. Además, se pueden llevar a cabo diversas pruebas diagnósticas para confirmar o descartar la presencia de un carcinoma.
**Métodos de Diagnóstico**
El diagnóstico del cáncer de tiroides se lleva a cabo mediante una serie de pasos que incluyen:
1. **Examen físico**: A través de la palpación, el médico puede evaluar las características de los nódulos, su dureza y la presencia de ganglios cervicales.
2. **Análisis de sangre**: Aunque un análisis de sangre no puede determinar si un nódulo es cancerígeno, puede indicar si la tiroides está funcionando correctamente.
3. **Ecografía**: Esta prueba de ultrasonido es indolora y permite medir el tamaño de la tiroides y el número de nódulos presentes. Es un examen clave que puede orientar sobre la necesidad de realizar pruebas adicionales.
4. **Punción Aspiración con Aguja Fina (PAAF)**: Se realiza en nódulos solitarios de más de 1 centímetro o en micronódulos que presenten indicios de malignidad en pruebas previas.
5. **Clasificación TNM**: Esta clasificación evalúa el tamaño del tumor (T), el estado de los ganglios (N) y la presencia de metástasis (M), lo que ayuda a determinar el estadio del cáncer y el tratamiento adecuado.
Si un paciente presenta un nódulo en el cuello, los pasos a seguir dependerán del criterio del endocrinólogo. En algunos casos, se puede optar por la vigilancia del nódulo, lo que implica realizar revisiones periódicas y pruebas adicionales. Si el paciente tiene dudas o inquietudes, se recomienda buscar una segunda opinión médica.
**Tratamiento Quirúrgico**
Una vez diagnosticado el cáncer de tiroides, el tratamiento más común es la intervención quirúrgica, cuyo objetivo es eliminar o frenar la enfermedad y prevenir su propagación a otros órganos. Existen diferentes tipos de cirugía, siendo las más frecuentes:
– **Tiroidectomía total**: Consiste en la extracción completa de la glándula tiroides y se realiza en casos de alto o medio riesgo, como en presencia de metástasis o antecedentes familiares.
– **Hemitiroidectomía**: Implica la extirpación de uno o dos lóbulos de la tiroides y se aplica a pacientes de bajo riesgo con tumores menores a 1 centímetro.
Es importante tener en cuenta que tras estas intervenciones, los pacientes pueden dejar de producir hormonas tiroideas esenciales, lo que requerirá un tratamiento hormonal sustitutivo de forma indefinida. Este tratamiento consiste en la ingesta diaria de una pastilla en ayunas. Como en cualquier cirugía, la tiroidectomía conlleva riesgos, como disfonía o hipocalcemia, que pueden ser tratados adecuadamente.
El doctor Santamaría enfatiza que, aunque el cáncer de tiroides es una enfermedad común, su pronóstico es generalmente excelente, y en la mayoría de los casos, se logra la curación. Las opciones terapéuticas continúan evolucionando, lo que ofrece esperanza a los pacientes diagnosticados con esta enfermedad.