La tarde de ayer en Alicante se convirtió en un evento memorable para los aficionados al toreo, donde más de 11,000 personas se reunieron en la plaza para disfrutar de un espectáculo que prometía emociones intensas. La atmósfera se llenó de música y aplausos desde el inicio, creando un ambiente vibrante que acompañó a los toreros en su actuación. El cartel de la tarde, que incluía a figuras destacadas como José María Manzanares y Andrés Roca Rey, no decepcionó y ofreció una serie de faenas que quedarán grabadas en la memoria de los presentes.
El evento comenzó con la actuación de Manzanares, quien abrió la tarde con un toro de pelaje negro que, aunque no era fácil, permitió al torero demostrar su maestría. Desde el primer momento, Manzanares mostró su habilidad con el capote, realizando verónicas que fueron muy aplaudidas por el público. A medida que avanzaba la faena, el toro mostró su carácter, pero Manzanares supo manejar la situación con destreza, logrando conectar con los espectadores a través de su toreo elegante y preciso. La ovación que recibió al finalizar su actuación fue un claro reflejo del respeto y admiración que siente el público por su arte.
El cuarto toro, un ejemplar de nombre Cantaor, también brindó a Manzanares la oportunidad de brillar. Con un peso de 536 kilos, este toro serio y potente se convirtió en el compañero ideal para que el torero alicantino desplegara su técnica. Las series por el pitón derecho fueron especialmente destacadas, y aunque el toro mostró intermitencias en su embestida por el pitón izquierdo, Manzanares logró mantener la calidad de su faena. A pesar de una estocada que no fue perfecta, el torero cortó una oreja, lo que evidenció el reconocimiento del público hacia su esfuerzo y habilidad.
Andrés Roca Rey, por su parte, continuó la tarde con una actuación que dejó a todos boquiabiertos. Su segundo toro, que mostró una seriedad notable, fue recibido con lances que evidenciaron la buena clase del animal. Roca Rey, conocido por su entrega y valor, no decepcionó. Su brindis a Limo, el chófer de Manzanares, fue un gesto que conectó con el público, y su inicio de faena, con pases cambiados por la espalda, generó un silencio reverente en la plaza. La faena de Roca Rey fue un despliegue de técnica y emoción, culminando en un final que hizo vibrar a los asistentes. A pesar de un pinchazo en su primer intento de matar, logró dejar una estocada que le valió la primera oreja de la tarde.
El cuarto toro de Roca Rey, que fue sustituido por un sobrero debido a su falta de fuerza, también ofreció al torero la oportunidad de mostrar su arte. Con un inicio de faena que capturó la atención del público, Roca Rey construyó su actuación con paciencia y técnica. Aunque el toro no ofreció la misma entrega que el anterior, el torero supo aprovechar cada momento, logrando que el público se pusiera en pie en varias ocasiones. Su estocada final, aunque tendida, fue suficiente para que el presidente de la plaza le otorgara una oreja, aunque no sin generar una gran controversia entre los asistentes, quienes consideraron que merecía más.
La actuación de Samuel Navalón, un joven torero que se presentó en Alicante, también fue digna de mención. Su tercer toro, Cóndor, mostró un gran brío y permitió al torero demostrar su valentía y ambición. A pesar de ser cogido de manera espeluznante, Navalón continuó con su faena, lo que le valió el reconocimiento del público. Aunque la espada no fue su aliada, su actuación fue aplaudida y dejó una impresión duradera en los aficionados.
El cierre de la tarde estuvo a cargo de Navalón, quien recibió a su toro a porta gayola, mostrando su valentía desde el primer momento. La faena fue intensa y el toro, aunque exigente, permitió que el torero se luciera. La estocada final, aunque desprendida, fue suficiente para que Navalón cortara otra oreja, lo que selló su éxito en la plaza.
La jornada en Alicante no solo fue un espectáculo de toreo, sino también un reflejo de la pasión y el amor que los alicantinos sienten por esta tradición. Las emociones vividas en la plaza, las ovaciones y los gritos de apoyo hacia los toreros, así como las controversias generadas por las decisiones del presidente, son prueba de que el toreo sigue siendo un arte que despierta pasiones intensas. La tarde de ayer quedará grabada en la memoria de todos los presentes, quienes pudieron disfrutar de un evento que celebró la grandeza del toreo y la conexión entre los toreros y su público.