La historia de Benjamín Raga, un valenciano que ha dedicado su vida al campo, es un ejemplo de perseverancia y lucha por la justicia. Tras más de seis años de batallas legales, ha logrado que se reconozca su invención: una máquina peladora de chufa que ha revolucionado la producción de este tubérculo tan característico de la región. Este invento, que no utiliza ácido sulfúrico en su proceso, ha permitido a los agricultores mejorar significativamente su productividad, pero no sin enfrentar grandes obstáculos.
La controversia comenzó cuando la empresa Tigernuts Traders, ubicada en l’Eliana, decidió patentar la máquina antes que Benjamín, quien había desarrollado el sistema. La sentencia del Juzgado de lo Mercantil número dos de València, que fue ratificada por la Audiencia Provincial y finalmente por el Tribunal Supremo, ha declarado a Benjamín como el verdadero inventor. Esta decisión no solo le otorga el reconocimiento que merece, sino que también obliga a la empresa a cesar el uso de su invención.
### La máquina que cambió la producción de chufa
La máquina peladora de chufa diseñada por Benjamín ha cambiado la forma en que se trabaja con este producto agrícola. Antes de su invención, el proceso de pelado era laborioso y requería un tiempo considerable. Los métodos tradicionales implicaban mojar las chufas, lavarlas y, en algunos casos, utilizar ácido, lo que no solo era ineficiente, sino también perjudicial para la calidad del producto. La innovación de Benjamín permite pelar las chufas en seco, agilizando el proceso entre diez y quince días.
«Antes teníamos que sacar las chufas a secar y mantenerlas en stock, lo que complicaba la logística. Ahora, podemos devolverlas peladas al día siguiente de recibirlas», explica Benjamín. Este avance no solo ha mejorado la eficiencia del trabajo, sino que también ha permitido a los agricultores reducir costos y aumentar su producción.
El proceso de desarrollo de la máquina no fue sencillo. Benjamín, quien se considera más un mejorador de sistemas que un inventor en el sentido tradicional, trabajó arduamente para crear un prototipo funcional. Con la ayuda de un tornero y tras meses de pruebas y errores, logró dar con la clave para su diseño. «No sabía si iba a funcionar, pero seguí probando hasta que lo conseguí», comenta con satisfacción.
### La batalla legal y sus repercusiones
La lucha de Benjamín no solo ha sido por el reconocimiento de su invención, sino también por la justicia ante lo que considera un abuso por parte de la empresa Tigernuts Traders. La compañía, al patentar su máquina, se apropió de un trabajo que no le pertenecía. La sentencia del Tribunal Supremo ha sido un alivio para él, quien ha expresado que, tras tantos años de incertidumbre, ahora puede respirar tranquilo. Sin embargo, el daño emocional y financiero que ha sufrido es considerable.
«Me han arruinado la vida», confiesa Benjamín, quien ha enfrentado problemas de salud mental a raíz de esta situación. La presión de la batalla legal y la pérdida de sus empresas lo llevaron a una depresión profunda. A pesar de esto, su espíritu emprendedor no se ha apagado. Reconoce que, aunque no patentó su invención en su momento, ha aprendido la lección y está considerando desarrollar nuevos proyectos en el futuro.
«Ahora tengo otra idea en mente, y si decido llevarla a cabo, la patentare desde el principio», asegura. La experiencia ha sido dura, pero también le ha enseñado la importancia de proteger sus creaciones. Su historia resuena con muchos inventores y emprendedores que enfrentan desafíos similares en un mundo donde la propiedad intelectual a menudo es vulnerada.
La batalla de Benjamín Raga es un recordatorio de que la innovación y la creatividad deben ser protegidas y valoradas. Su historia no solo destaca la importancia de la justicia en el ámbito de la propiedad intelectual, sino que también pone de relieve la resiliencia de aquellos que, a pesar de las adversidades, continúan luchando por sus derechos y por el reconocimiento de su trabajo.