La relación entre Podemos y Esquerra Republicana de Catalunya (ERC) ha atravesado momentos de tensión en los últimos tiempos, especialmente en el contexto del debate sobre las competencias migratorias. Este conflicto ha puesto de manifiesto las diferencias ideológicas y estratégicas entre ambos partidos, que en el pasado habían mantenido una colaboración más cercana. El portavoz parlamentario de ERC, Gabriel Rufián, ha expresado su descontento con la postura de Podemos, que ha calificado de «racista» la delegación de competencias de inmigración a Cataluña, un acuerdo que fue pactado entre Junts y el PSOE. Esta situación ha generado un clima de desconfianza y ha puesto en riesgo la posibilidad de futuras alianzas entre estas formaciones políticas.
La ruptura de la relación entre Podemos y ERC se ha intensificado desde que Podemos decidió romper con Sumar y pasar al Grupo Mixto en diciembre de 2023. Desde entonces, la formación morada ha adoptado una postura de oposición frontal que ha chocado con los intereses de los republicanos. Uno de los episodios más destacados de esta tensión ocurrió en noviembre del año pasado, cuando un error de ERC y Bildu resultó en la aprobación de un decreto que agiliza el proceso de desahucios de ‘okupas’, lo que provocó un gran malestar en las filas de Podemos. A pesar de las disculpas de ERC, la líder de Podemos, Ione Belarra, no dudó en criticar la situación, lo que intensificó aún más las fricciones entre ambos partidos.
Rufián ha recordado con nostalgia los tiempos en que ambos partidos colaboraban más estrechamente, señalando que en el pasado, los militantes de Podemos aplaudían su presencia en los congresos. Sin embargo, la situación ha cambiado drásticamente, y ahora ambos partidos parecen estar en caminos opuestos. La reciente votación sobre la delegación de competencias de inmigración ha sido el punto culminante de esta ruptura, con ambos partidos intercambiando acusaciones y críticas en las redes sociales. Rufián ha lamentado que la relación entre ambos partidos se haya deteriorado tanto, y ha señalado que la negativa de Podemos a ceder competencias a Cataluña es vista por ERC como un acto de centralismo.
Por su parte, Podemos ha defendido su postura, argumentando que dejar en manos de la Generalitat la gestión de los inmigrantes es una decisión que consideran racista. Esta acusación ha sido recibida con indignación por parte de Junts, que ha calificado la crítica de Podemos como un acto de «anticatalanismo». La tensión ha escalado a tal punto que Rufián ha hecho un llamado a la unidad de las fuerzas de izquierda, recordando los momentos en que ambos partidos trabajaron juntos para enfrentar al PSOE en el Gobierno. Sin embargo, la respuesta de Podemos ha sido desestimar la propuesta de Rufián como una «idea personal» sin respaldo de la dirección del partido.
El clima de desconfianza entre ambos partidos se ha visto reflejado en las redes sociales, donde antiguos líderes de ambos partidos han intercambiado críticas. Joan Tardá, exdiputado de ERC, ha calificado la situación de «disparo a quemarropa» en la unidad de las izquierdas, mientras que el exlíder de Podemos, Pablo Iglesias, ha respondido acusando a ERC de posicionarse en contra de los grupos antirracistas catalanes. Esta guerra de palabras ha dejado claro que la relación entre ambos partidos está en un punto crítico, y que cualquier intento de reconciliación será un desafío considerable.
A medida que se acercan las elecciones, la falta de unidad entre las fuerzas de izquierda podría tener repercusiones significativas en el panorama político español. La fragmentación de la izquierda podría beneficiar a partidos más conservadores, lo que ha llevado a algunos analistas a cuestionar si ambos partidos podrán superar sus diferencias y encontrar un terreno común. La situación actual plantea interrogantes sobre el futuro de la colaboración entre Podemos y ERC, y si podrán encontrar una manera de trabajar juntos en beneficio de sus bases electorales y de la sociedad en general. La historia reciente sugiere que la reconciliación no será fácil, pero la necesidad de unidad en un contexto político tan polarizado podría obligar a ambos partidos a reconsiderar sus posturas y buscar un camino hacia adelante.